Cartas Parisinas VIII

Paris, una ciudad de solitarios


En las otras cartas parisinas que he escrito y en mis posts sobre los clichés y el amor a la francesa, escritos hace 3 y 4 años, siempre describo la forma en que los franceses se relacionan con sus propios sentimientos y las relaciones con la ciudad. Estas relaciones siempre son ambivalentes y la ciudad del amor lo era, para mi, gracias a los turistas que se besuquean en todos lados haciendo de nuestra ciudad ese cliché del francés como el romántico empedernido. Qué mal lo tienen lo turistas que no ven la realidad.

Lo chistoso es que después de 5 años de vida parisina, apenas entendí porqué somos felices viviendo aquí. De alguna manera los franceses, independientes pero comprometidos, distantes pero curiosos, solitarios pero siempre ocupados son los que viven realmente de Paris.

Vivimos de Paris porque es una ciudad hecha para solitarios, para que la compañía sea un gusto y no una necesidad, el compartir un placer y no una forma de integración social. Paris te da todo lo que necesitas para vivir "a la francesa" pero es esa misma oferta la que ha hecho de los parisinos personas solitarias, acostumbradas a la autosuficiencia y a disfrutar de los demás cuando es estrictamente necesario.

No creo que sea un fenómeno únicamente parisino, me imagino que en ciudades como New York o Londres, donde hay teatros, cines, parques, plazas y demás espacios para disfrutar de igual manera a muchos o en solitario, debe pasar más o menos lo mismo.

Lo interesante es que desde hace algunos años, se están desarrollando nuevas formas de contacto, las personas están buscando crear medios para relacionarse, para compartir de nuevas maneras y para desarrollar sus comunidades. Ahora hay sesiones colectivas de running, jardines puestos a disposición por las alcaldías para hacer jardineras y sembrar productos locales, asociaciones de desarrollo comunitario y en otras ciudades incluso monedas locales, como en Bristol o Viena.


Todo esto porque la semana pasada en dos ocasiones me di cuenta de que escogí Paris por esa razón que hoy me cuesta apreciar, esa soledad auto infligida, esa independencia atesorada por la gente "de mundo" o de primer mundo... porque son sensaciones y libertades que no se aprecian aún en países como Venezuela o México y quizás en otros países de América Latina.

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