El cielo es gris.
El cielo es gris, y solo tenemos días de lluvia. El invierno parisino se caracteriza por ser gris: gris triste, gris feo, gris ratón, porque los edificios pierden su brillo y el sol se esconde y todo es gris, frio y gris. (Sí, es gris gris gris gris). Normalmente eso es cierto a excepción de este año, ya que el sol sale, hace como si nos calentara algún par de horas y luego se va muerto de la risa por su ironía, entonces llueve y todo se vuelve gris (en cantidades menos exageradas que en el párrafo anterior). Entre mis cosas favoritas para estos días de lluvia, hay tres actividades que me encantan: leer, escribir (justo como ahora) o en un ámbito aún más relax, tirarme al suelo y ver llover mientras mi Itunes hace de las suyas. Inténtelo, les aseguro que en esa atmósfera grisácea y difusa se definen nuevos tonos y el gris es menos feo, la mente toma las cosas con más calma y reflexionamos más claramente respecto a nuestro día (en el peor de los casos la nostalgia te de...