Cartas Parisinas III

Evolución.

Mañana cumplo 6 meses viviendo en París, 6 meses en los que una vez más el "Efecto Europa" me ha permitido ser más feliz. 

En Francia, donde la gente es fría, cuadrada y planificada, donde abrazar a un amigo es invasión de su espacio vital y donde la independencia es la bandera de la personalidad, yo he aprendido a ser feliz. 

En esta parte del mundo la independencia es también sinónimo de soledad, la gente -con o sin pareja, hijos o familia directa- busca ese espacio para estar solos, para disfrutar de si mismos aunque sea una hora en una sala de cine. 

Asimismo, la parsimonia es parte de sus costumbres preferidas, aquí, salir a cenar se planifica incluso una semana antes, los teatros, cines y demás millones de actividades invaden los horarios y las horas libres de tus amistades. Sí, la parsimonia existe desde el detalle más sencillo hasta -evidentemente- lo más complicado o nice y chic que te puedas encontrar. Pero incluso esto es algo que aprendes a disfrutar:  tomarte tu tiempo, darle un poco más de importancia a esas costumbres diarias y a reservar parte de tu día para tus amistades, ser puntual por ejemplo, no es solo educación sino también cortesía. 

Claro, a todo esto un parisino diría que es mentira, que se la viven corriendo y ocupados y que no tienen tiempo de nada porque siempre trabajan. Pero esta es la mirada externa de sus vidas. Es mi humilde percepción.

Soy feliz porque aquí todo parece posible, la perspectiva parisina es simple: ¿por qué no podrías tenerlo? Las cosas y las personas están ahí, los encuentros están ahí.  Hay una fe hacia la posibilidad, manteniendo en claro, eso sí, que sean metas realistas. Hay sin embargo cierto conformismo -sin que sea algo negativo- que le permite a la gente disfrutar de lo que son y lo que tienen, de construir sin soñar de más para quedarse con metas frustradas. 

Soy feliz porque para mí París no es ni gris ni frío, es una ciudad hermosa y sí, es terriblemente sucia y con vagabundos y borrachos y "sdf's" (personas "sin domicilio fijo"), pero incluso eso aprendes a sobrellevarlo.

Hoy soy feliz porque sé ser feliz conmigo, independiente y ligeramente solitaria, aprendiendo a valorar a los amigos que aquí he creado y a aquellos que han estado de paso, para eso sirve París: todo el mundo viene por una u otra razón y esto me permite reencontrarme con amistades del pasado, una vez, una semana o a veces un poquito más.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Yo no sé quien soy

Harry Potter: Red Carpet

Reforma hecho feria!