De esas cosas cursis (Parte 2/4)

El reencuentro de Gabriela y Martín comenzó mucho antes de que estuvieran frente a frente. Fue real cuando Martín hacía la maleta para llegar a Roma y ella escogía las medias que acompañarían su vestido azul.

Sin decírselo, ambos tenían mariposas en el estómago que actuaban como agujas de un reloj que iba en cuenta regresiva, ellas representaban un cúmulo de pensamientos, de ansiedad y de emociones que hacían del tiempo una máquina independiente en el centro del estómago.

Fue así como voló el tiempo de los preparativos y llegó el “Jour J”. El momento del encuentro se había convertido en una cantidad enorme de frases y coartadas preconcebidas para conseguir “el momento perfecto”. Todo eso para un incómodo abrazo y un “mucho gusto” de la parte de Martín como si nunca antes se hubieran visto, que hizo todo menos romper el hielo con Gabriela. No fue comenzar de cero pero fue sin duda una nueva línea de partida.



Como todo en esta historia, su primera cita no era cualquier cosa sino algo parecido a una gran prueba, ya que 3 días en Roma, solos los dos para éste magnánimo encuentro, más que romanticismo se presentaba ahora como una prueba de química y paciencia. ¿Cómo haces para pasar 3 días, todo el día, pegado a un desconocido?

Suerte tuvieron porque se entendieron desde ese primer momento en que decidieron descubrir la ciudad mientras llegaba la hora de su reservación para cenar. El camino se pintaba en mil colores y las mariposas descansaban tranquilas en un rincón perdido detrás de sus ombligos.

Prueba uno, superada.

Cada día fue una nueva aventura, una prueba aunque ya no lo parecía, donde lograron conocerse. Al final de esos tres días cada uno sacó sus propias conclusiones. Gabriela ahora cree que las proezas de la vida deberían contarse en la cantidad de tiempo que puedes pasar con alguien siendo tú mismo, sin pelear y dejando de lados los esquemas sociales para querer y sentir a tu manera; y Martín, él está maravillado con esos 3 días a los que llegó intentando no tener expectativas y que resultaron ser, para él, la mejor muestra de que ser valiente tiene resultados y de cómo la vida nos sorprende día con día.

Hoy, honestamente aún no saben si es amor, pero conocen por sí mismos las ganas de volverse a ver aunque sea en un “futuro” incierto.

Cada uno sigue en su lado del mundo pero ahora corren el riesgo de volverse amantes del cielo y los aviones, de volverse una aventura diferente cada vez que haya un encuentro o ciudad diferente.

Gabriela se repite que cada día será una muestra de paciencia, perseverancia, ganas y de posibilidades infinitas. 

Martín, emocionado pero ecuánime, tiene confianza en que a pesar de su timidez, será capaz de mostrarle a Gabriela que descubrir el mundo, juntos, es el comienzo de su historia de amor.

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