El francés no sabe de amor.

"Un moment après, elle m'a demandé si je l'aimais. Je lui ai répondu que cela ne voulait rien dire, mais qu'il me semblait que non..." 
L'étranger. Camus

Cela ne veut rien dire...

***



Día con día, me abro las puertas a una sociedad que no es la mía, donde la cultura, las formas y los modos de la gente son mucho más diferentes de lo que uno desde la comodidad de su hogar y sin hacer aún las maletas se podía imaginar.

Dentro de los millones de clichés (falsos o verdaderos) que existen de los franceses, el ser románticos y tener la lengua del amor puede ser -creo- uno de los más falsos que nos ha vendido la historia. No porque el francés no ama, más bien porque el francés no quiere, todos queremos a nuestra manera y cada persona -a pesar de su trasfondo social y cultural- es un mundo aparte que actúa de una manera en particular; sin embargo, a ellos no los enseñaron a querer.

Pero es que el francés, el francés conoce una expresión que resume todo y nada, no hay caminos intermedios en sus relaciones amorosas. Como amigos o familia sí, hay muchas expresiones como en cualquier idioma que describen una relación, pero cuando se trata de ese "tu y yo" único e inseparable, se les acaban las palabras para describir el proceso; ¿positivo?, ¿negativo?, a cada quien de interpretar.

Un poco como en inglés el francés pasa del "I like you" al "I love you" (Tu me plais - Je t'aime), el proceso de quererse se vive sin describirse, sin contarse, sin decirse eso que sientes en el medio, esas sensaciones y esos fanatismos por el otro que nacen mucho antes del amor, que son los pasos que nos llevan al te amo nervioso y rebuscado que sale del corazón.

Los sentimientos en francés jamás están como en español a flor de piel, aquí los esconden, aquí no se dice lo que uno piensa o reflexiona cuando uno responde un examen, se vive de la racionalidad fundada en hechos previamente constatados, por eso entonces tampoco dicen lo que sienten, porque aprenden a dejarlo de lado.

Los hispano parlantes y aún más los latinos -calientes y regalados al afecto de manera exagerada- son por eso tan censurados en un mundo como éste, censurados en lo público y amados en secreto, ¿a quién no le va a gustar que le describan lo que sienten cuando lo sienten? ¿A quién no le gusta un piropo de vez en cuando?. Nosotros -latinos- vivimos en exceso de las palabras, palabras que a veces van de la boca para afuera y sin embargo te arrancan la sonrisa.

Últimamente me he dado cuenta que el ser humano vive en una ambivalencia constante, ambivalentes por diferentes condiciones que aquí -en Francia- son mucho más perceptibles gracias a sus estaciones climáticas y a sus parámetros sociales donde no son -somos- capaces de querer... 

El francés, el francés no sabe de amor.

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