Ficción de una historia de amor.

Cuando tienes un problema sin solución, siempre puedes buscar un problema más grande para olvidar el primero.

***

¿En qué momento comenzamos a entender lo que sentimos? vivimos en un mundo donde todo a nuestro alrededor nos dice cómo sentir y cómo pensar. Hasta que un día, en un instante, nos quedamos en blanco y no entendemos qué sentimos o qué queremos o cómo sentimos. Nuestra gran racionalidad humana se ve menguada por ese sentimiento de caída libre que se queda en el estómago y así sin más te mueve el piso. El piso, las tripas, la cabeza y todo a su paso porque simplemente no sabemos qué hacer.

El problema no es solo no poder descifrar el código, el cerebro y el corazón en un impasse donde ninguno cede territorio, a eso, le sumamos nuestra necesaria interacción social, porque no hay que buscarle la quinta pata al gato para saber que hay un segundo involucrado, que estos sentimientos nunca van solos por la vida.

¿Qué sientes tú? y ¿cómo combinamos lo que sentimos? Porque a  mí el miedo me consume y la seguridad y mi cara fresca y mi actitud confiada se desmoronan cuando te ven, ¿eres el único que no decodifica mi sonrisa?, porque yo siento que todo el mundo se da cuenta menos tú, que mi dedo en tu barbilla partida en dos temblaba de emoción y tu no reaccionabas, ¿o tu reacción es no hacerlo?.

¿De dónde saca la gente las agallas para saltar al vacío? ¿Dónde está ese paracaídas invisible que me asegura que somos tú y yo y que el nudo en el estómago existe únicamente para indicarme que me correspondes?

Pero no me atrevo, no te robo el beso, no te agarro de la mano, no le permito a mi “directes” característica hacer de las suyas. De eso puedes estar orgulloso, eres tú el que me deja sin palabras.

Pero no te asustes, no te vayas; al final la intensidad solo me da de a ratos y el dramatismo es una mera característica cultural, solo que aquí ambas se presentan en su mayor esplendor.

Quizás me atreva, un momento en que la valentía se apodere de mí, y te lo diga, porque –aquí entre nos- tu timidez tampoco hará mucho por nosotros.

Aunque claro, no hay que olvidar esa otra posibilidad, esa otra mitad que mi mente constantemente me recuerda que existe y está ahí, esa otra opción que me aterra y me detiene en seco, donde simplemente mis mariposas vuelan solas y tus mensajes y tus invitaciones son la prueba de tu buena educación y tu gigantesca cordialidad.

Ese cincuenta por ciento de posibilidades que no me dejan moverme y como piedra me congela frente a los dos caminos de nuestra historia… o de la ausencia de la misma.

**




Fin.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Yo no sé quien soy

Harry Potter: Red Carpet

Reforma hecho feria!